En mi habitación el reloj corre al revés;
te quiere volver a ver.
Pues por más que ha corrido hacia adelante
no ha logrado alcanzarte.
Hacia tras, él sabe
las horas exactas en las cuales hallarte.
Los instantes
en que los paseos matutinos de tus labios
despertaron mi piel.
Los minutos
al amanecer, en que aun dormida
tus piernas se aferraban a las mías
en su ruego omnipotente para que me quedase.
Las horas
en que exhaustos
bajo las sábanas
nuestros cuerpos se rieron juntos.
Los días
Ya viejos, en los que éramos dos locos,
embriagados;
el uno del otro.
El reloj sabe la hora exacta
en la cual nuestro amor se detuvo
a esperarnos en uno de esos recuerdos
en los que ahora te busco.
Marcos E. Cabrera